lunes, 16 de abril de 2012

Una carta que decía....

El 6 de septiembre del 2010 le escribí una carta a mi madre que decía:

"Madre…
Probablemente estarás sorprendida de recibir una carta mía, pero hace tanto tiempo que quiero decirte tantas cosas… que he decidido hacerlo de la única manera que puedo ser yo misma, delante de un folio en blanco dejando que sea mi corazón el que me guíe. Lo he intentado muchas otras veces, pero sólo conseguía escribir la primera línea para luego borrarla… escribía… borraba… papeles y papeles escritos de nada.
Quizás no encontraba las palabras adecuadas y tampoco sé si hoy las encontraré; pero he aprendido que todo necesita un tiempo diferente y algo en mi me dice que es el momento.
Llevo mucho tiempo con miles de contradicciones en mi cabeza y haciendo balance de mi vida y sopesando cada cosa que hago. Pienso en aquellas cosas que me hacen sonreír y pienso en ti, que eres lo más grande que tengo, lo más importante en mi vida.
Y sé que por mi carácter complicado, es difícil acceder a mi yo más sincero y eso seguramente te ha dado más de un quebradero de cabeza. También sé, que por mi personalidad, a veces puede que no esté a la altura de las circunstancias, como con lo de tu enfermedad… sé que no he estado a tu lado todo lo que necesitabas y quizás he adoptado una postura mucho más egoísta, bueno creo que egoísta no es la palabra púes sé a ciencia cierta que, sólo era miedo. Estaba aterrorizada al pensar que estuviste tan cerca de irte de mi lado, que tenía la sensación que si me acercaba demasiado te irías de mi vida. Y luego pensé, que ya que no era lo suficientemente fuerte para estar a tu lado, debía reunir el valor para ser fuerte. Así que me puse un disfraz de “Superwoman “ y construí un escudo en mi cuerpo, de esa manera tan ficticia, bloqueé con éxito todos aquellos golpes que me daba la vida. Y así… ¡nadie pudo conmigo!  Pero si me preguntas si lo he pasado mal, mi respuesta es contundente… ¡muy mal! Había días en lo que todo era horrible, por un lado en mi cabeza estabais Antía y tú a cada momento, sintiéndome culpable y por otro aquí no me dejaban ser feliz y era como… ¿Qué hago aquí, si realmente me necesitan en casa? Pero mamá, no podía rendirme, tenía que demostrarme a mi misma que podía con todo aquello y poco a poco aquellas cosas o situaciones que me destruían, me hicieron revivir y me sentí fuerte. Mi cabeza poco a poco se fue estabilizando y mi alma se fue calmando.
Aprendí a transformar lágrimas en sonrisas compartidas por mis ángeles guardianes, esos seres mágicos que cuidan de mí a cada instante en este lugar: los niños. Y mejoré a pasos agigantados en mi trabajo, recibiendo  constantemente elogios por pequeños y mayores, tendrías que escucharlos y como lo dicen… te sentirías muy orgullosa de mí, estoy segura.  Y sin duda, también mejoré como persona, ganando en paciencia, en empatía… aprendí también, a anticiparme a los sucesos, yendo un paso por delante de los demás para que me diera tiempo a coger aire. Y de todo este proceso lento de subidas de terreno rocoso con gran pendiente, de llanuras llenas de nada y de bajadas a gran velocidad por torbellinos de sentimientos, he llegado a donde ahora me encuentro… haciendo balance y me siento tranquila, porque mi cabeza está en orden y mi corazón más vivo que nunca. "

La carta sigue pero hasta aquí quiero contar... sé que ella la leía mucho, me decía que en momentos de flaqueza le daba fuerzas. Esta es la última carta que le mandé, pero no será la última vez que le escriba.

Escribiré para ti, para así poder acariciarte en cada palabra.

Siempre conmigo...






1 comentario:

  1. El silencio es el grito más fuerte...

    Eres increible... Claro que está orguyosa...

    Grcias por estás palabras...

    ResponderEliminar